miércoles, 7 de diciembre de 2011

El Presidente no disuena en el arcoiris que critica...

28 DE JUNIO DEL 2010 . VANGUARDIA  
Rafael Correa tiene algo de cada ex presidente. Recuerda el amor de Roldós al contacto popular, con la diferencia de que el difunto no buscaba dividir a la gente. La vocación por la investigación académica de Hurtado; sin éste creerse una universidad deambulatoria como nuestro académico Correa. El liderazgo y la intransigencia de Febres Cordero. Aunque no sabemos qué firmaría Correa con una pistola en su cabeza. El creer, al igual que Borja, que el progreso puede darse desde abajo hacia arriba. Casi logra Correa que Borja comience de nuevo desde bien abajo como secretario de la Unasur. El ser tan católico practicante como Sixto. Éste con curas derechistas y Correa con los izquierdistas. Igual, todos curas.
La explotación del cantar y sudar en la tarima con fines demagógicos. Sin la genialidad de Abdalá que era solista, Correa hace trío con Raúl Castro y Ricardo Patiño. Continuar al pie de la letra con la dolarización de Joyce y Mahuad. A quienes Correa no les reconoce mérito alguno.
De Gustavo Noboa, quizá Correa conserva los Blue Jeans que Fabricio le encargaba traer de Miami para los dos. Nada más cómodo que ponerse uno bien viejo y regalado.
Con Lucio Gutiérrez comparte el desconocimiento o negación de lo que en realidad sucede día a día en su gobierno. Con Alfredo Palacio la vocación por cambiar ministros a cada rato, como Palacio lo cambió a él. Al igual que en todos los gobiernos que le han precedido, en el gobierno de Correa también se da la corrupción; entendida como la práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de ellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores.
Hasta hoy Correa no es gestor en su beneficio económico de ningún acto de corrupción, pero esto no lo librará de la responsabilidad política y de conciencia que tarde o temprano lo acosará, dado que por su manera de interpretar sus victorias obtenidas en las urnas, hasta el día de hoy Correa cree que la esencia de estos triunfos le confiere, a él y por tanto a su gobierno, el derecho a manejar los recursos públicos aplicando las reglas no escritas de la revolución ciudadana, pues lo que se hace en nombre de esta liviana menor de edad, es lo que el pueblo dizque quiere o le conviene. Todos queríamos no seguir viendo las caras de los diputados de siempre, pues bien, como eso es lo que el pueblo quería, los correístas y los del MPD los sacaron a punta de garrote.
Meses después ya no hubo que garrotear a nadie, pues en Montecristi la presencia mayoritaria de los correístas de País redactó la Constitución siglo XXI, en cuyo nombre y bajo su carpa todo aquel que puede hoy hace o reclama lo que le viene en gana. Esta Constitución siglo XXI, es el libro que amparó la ilegal toma de la Corte Constitucional, y son sus garantías las invocadas por las actuales jerarquías, judicial y de la judicatura, para seguir administrando y descontrolando, respectivamente, nuestra vergonzosa justicia, diariamente enfrentada por la vindicta pública representada por un protagónico Fiscal General que aspira a presidir el futuro Consejo de la Judicatura, y que viene a ser para Correa lo que el nuevo presidente Santos es para el colombiano Uribe: son la misma cosa.
Esta misma Constitución siglo XXI es la que manosean los asambleístas, mientras amasan leyes que se les queman antes de entrar al horno, por lo cual las remezclan con harina de otros costales tratando, al mismo tiempo, de complacer y engañar al jefe Correa y a la prensa libre que día a día nos informa el avance de este proceso de gestación legal contranatural, que terminará mediante un aborto provocado por el veto presidencial, si la ley no es de su agrado.
Este es el terreno real sobre el cual los funcionarios del poder ejecutivo del presidente Correa administran día a día los miles de millones de dólares del petróleo, IESS, y de los impuestos que pagamos los que creemos que hoy este gobierno no tiene plata, por haber contratado y gastado sin control. Por lo cual nos endeudará de la misma manera que Rafael Correa tanto ha criticado desde su púlpito sabatino.

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