miércoles, 7 de diciembre de 2011

Rafael Correa muta de piromaniaco a bombero

1 DE DICIEMBRE DE 2009 .  VANGUARDIA  

Poco a poco vamos conociendo los nombres, apellidos y personalidad de los futuros actores de la política nacional con miras a la elección presidencial cuya campaña comenzará el año 2012. En el futuro que nos espera solamente en una ocasión concurriremos a las urnas, y será para votar a favor o en contra de la propuesta de Carlos Vera para que los ecuatorianos revoquemos el mandato presidencial al enérgico y omnipresente Rafael Correa, y al vicario del comunismo sigloXXI, el enternecido vicepresidente Lenin Moreno.
Ni siquiera Emilio Palacio quiere que Correa termine huyendo en avioneta o helicóptero. Los ecuatorianos hemos aprendido que si Abdalá hubiese terminado su mandato, la estabilidad presidencial habría continuado para bien del país; pues, como Abdalá habría entregado la nación en el mismo estado en que los Bucaram entregaron el municipio de Guayaquil, hoy tendríamos en el Ecuador la exitosa estabilidad municipal que vivimos en Guayaquil desde hace 17 años. Los ecuatorianos nunca hemos querido ser como el ave Fénix y resurgir desde las cenizas.
Tan pronto un presidente tomó el camino equivocado, inmediatamente lo hemos botado a los 6 meses, o máximo a la mitad del período.
Ahora, nosotros ya no queremos botar presidentes, y preferimos vivir lo malo conocido, incluso a media luz eléctrica. Esto no lo hacemos por demócratas sino porque gracias a lo experimentado hoy somos menos tontos que antes.
Rafael Correa ha fallado como presidente, pero no le ha fallado a nadie en particular. Los que nunca creímos en él no tenemos motivo alguno para estar decepcionados, y los que creyeron en él, poco a poco y en forma ordenada le van retirando la confianza, lo cual se demostró en las últimas elecciones legislativas y presidenciales.
Estos votos nunca los recuperará, pues son votos de gente reflexiva que simplemente ha caído en cuenta de que se equivocó de buena fe.
Rafael Correa no ha engañado a nadie. Ni siquiera él ha caído en cuenta de que comenzó como piromaniaco y que poco a poco está mutando a bombero, tratando de apagar sus propios incendios, más los que Chávez provoca en el exterior.
Correa necesita interpretar en carne y hueso su original guión, que le permite, al mismo tiempo: dejar de insultar a Uribe; pedirle que nos venda más energía eléctrica y aconsejar a Colombia que por favor cuide su frontera sur. Dentro de este mismo original guión está el subirle el sueldo a los profesores de la UNE/MPD a los cuales dizque quiere evaluar; despotricar contra pésimas universidades que nunca desaparecerán y supeditar el reparto de utilidades de las empresas a un alza interna de remuneraciones, cuya naturaleza y alcance son desconocidos por los ministros de su gabinete. Todo esto mientras el Presidente se inventa viajes maratónicos a Bélgica, sigue dictando conferencias y se prepara para no ser nuevamente amonestado por Lula en la próxima cumbre de la Unasur.
El primer actor político seguirá siendo el presidente Correa. El año 2010 será el año en que profundizará el endeudamiento nacional para seguir gastando dinero contra un presupuesto que nacerá desfinanciado en un 20%.Mientras, al mismo tiempo, tendrá que contentar a los distintos jefes de Alianza País, dar palmaditas en las espaldas de los niños de Ruptura de los 25, comprarse asambleístas del Partido Social Cristiano, reencauchar los organismos de control, acosar a la prensa independiente y seguir botando nuestro dinero en la prensa y Tv públicas.
Jaime Nebot seguirá siendo un alcalde eficiente y continuará en su tarea de ser un referente de la sensatez y de la firmeza, para lo cual tiene la suerte de contar como contraparte en la gobernación del Guayas con el más mediocre de todos los funcionarios gubernamentales del siglo XXI. Robert Cuero es tan mediocre que cuando manda invadir terrenos destinados al exitoso plan municipal MuchoLote, ni siquiera la Policía le hace caso. Carlos Vera es el tercer actor político. De él hablaremos cuando haya recogido las primeras 300 000 firmas notarizadas.

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