1 DE MARZO DEL 2010 . VANGUARDIA
El protagonismo, la teoría y la simulación son tres características endémicas en la actual clase política ecuatoriana.
El Gobierno maneja al mismo tiempo todas ellas; y es el presidente Correa el gran vehículo que inocula y contagia a sus colaboradores. Por cierto, ellos son pésimas réplicas, pues entre el profesor y sus alumnos hay un abismo. Claro está que no es lo mismo haber nacido con estas marcas, que adquirirlas por emulación.
En el Ecuador de hoy todo comienza, pasa y termina con aquello que dice Rafael Correa. Poco a poco avanza y se consolida lo que comenzó con su candidatura presidencial el año 2006.
Se trató entonces de un binomio distinto, pues ambos candidatos eran algo fresco y prometedor.
Correa cuestionaba absolutamente todo el sistema político y económico, y se presentaba libre de compromisos con los enfermos partidos y sin estar rodeado por los desagradables y pedigüeños candidatos a diputados de siempre.
Era evidente que él era todo lo contrario a lo que estuvimos acostumbrados, y así lo compraron la prensa, radio, televisión y Carlos Vera.
Fue y sigue siendo un acierto el haber escogido a Lenin Moreno como candidato vicepresidencial.
La imagen que este hombre proyecta desde su silla de ruedas es la de un ser sensato y comprometido con los problemas de las minorías indefensas y de las mayorías necesitadas. Esto le sirvió y sirve a Correa como la prueba plena de su sensibilidad para con las víctimas de las injusticias de la vida. Es evidente que Lenin Moreno es un formidable acolitador de las consignas presidenciales, al mismo tiempo que hace por las minorías y por los niños mucho más bien que el que hicieron todos sus antecesores, incluida la labor social de todas las ex primeras damas.
Cargo bobo y figurón que con gran visión fue desestimado oportunamente por su destinataria.
El grupo PAIS con Correa a la cabeza siguió la ruta previamente diseñada, pues lograron que su amplia mayoría en Montecristi aprobase una Constitución que sirvió de supremo marco legal para que el protagonismo, la teoría y la simulación fuesen las herramientas que permitieran la reelección del binomio Correa-Moreno, y al mismo tiempo integraron una mayoría legislativa exitosamente comandada por Fernando Cordero, hombre que con mayor capacidad de maniobra que los difuntos Alberto Acosta y Gustavo Larrea, se identifica solidariamente con la gestión de Correa, habiendo logrado la semana pasada que la trasnochada y cursi Junta Cívica de Guayaquil lo declare persona non grata.
Correa y su grupo PAIS siguen la ruta prevista y para finales del presente año habrán logrado: (a) aprobar las leyes que necesita la Revolución Ciudadana, y (b) integrar los organismos de Control y el Poder Judicial, por intermedio de un Consejo de Participación Ciudadana plenamente identificado con el Gobierno nacional.
Por medio del protagonismo en todos los temas nacionales e internacionales, Correa se ha convertido en el centro de la atención nacional. Por medio de la teoría de que el Estado presidido por él es el mejor medio para que el Ecuador progrese, Correa promueve el gasto irresponsable en la prensa y en la banca públicas, al mismo tiempo que pone al servicio del Gobierno los fondos bajo la responsabilidad del Banco Central y del IESS.
Por medio de la simulación, Correa logra que en él convivan la democracia con la demagogia; el nacionalismo con la globalización; la vieja izquierda con la moderna derecha.
Luego de la marcha de Nebot, el Presidente firmó un decreto para que la isla Santay sea el futuro Yasuní del Guayas. Prometió descontaminar el estero Salado y construir un parque más grande que el Central Park de Nueva York. También prometió tumbar un ruinoso edificio público, y convertir esa manzana en un parque. Todo esto, dijo Correa, funcionará mejor con la colaboración del Municipio de Guayaquil.
Gracias al protagonismo, la teoría y la simulación Correa funge ahora de Alcalde. Lo único que le faltó es fijar la fecha de la inauguración de estas bellezas. ¡Gracias Presidente!
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