miércoles, 7 de diciembre de 2011

Todos somos serranos o monos pero no pendejos

15 DE DICIEMBRE DEL 2009 . VANGUARDIA  

En el informe de El Comercio del domingo 6 de Diciembre relativo a que el alcalde Augusto Barrera es un actor clave en el proyecto político del gobierno —que en el mundo real significa que el Municipio de Quito trabaja para y/o con Rafael Correa—, a la clara pregunta planteada “¿Barrera tendrá independencia frente al gobierno cuando surjan discrepancias que puedan afectar a la ciudad?”, el alcalde claramente respondió: “Mi gestión no es una réplica de la nacional. Esta ciudad no tiene un modelo de confrontación sino de concertación. En Quito no hay una oligarquía depredadora, la brecha entre la clase media y la popular no es tan grande como sucede, por ejemplo, en Guayaquil”.
El alcalde Barrera fue muy sincero y la página 5 de El Comercio hay que guardarla, pues lo que allí Barrera dijo es que: (a) Guayaquil confronta mientras Quito concerta; (b) que en Guayaquil hay una oligarquía depredadora mientras que en Quito no la hay, o la que hay no es depredadora (qué fino), y (c) que en Guayaquil hay explotadores y explotados, mientras que en Quito la clase media y la popular están cercanas.
Ese mismo domingo 6 de diciembre, los guayacos y los pocos quiteños que no estaban festejando vimos cómo el naipe de medios embargados (GamaTV, TC, EcuadorTV, CN3 y Radio Pública) sirvieron para que alcalde Barrera nos explique la manera cómo su municipio y el gobierno viajarán juntitos y sin chamuscarse a través de una Quiport preñada de grandes y viejas ilegalidades que serán cubiertas por la pista de concreto del nuevo aeropuerto, y también para que Barrera comience a poner en escena el esqueleto de la más grande contratación pública de nuestra historia: el futuro tren subterráneo de Quito, que nos costará a los ecuatorianos unas 10 ó 20 veces el valor de el dudoso proyecto hidroeléctrico Coca-Codo que, hasta ahora, gracias a la supuesta codicia de los chinos amonestados severamente por Correa, se ha quedado en Coca Light o en Coca Zero.
El alcalde Dr. Barrera — él sí es académico de verdad y no lo anda pregonando— es un investigador y mentalizador de los planes de Alianza País, coincide con Correa y con los difuntos Alberto Acosta y Gustavo Larrea en que Guayaquil es manejada por gente enemiga, corrupta y explotadora del pueblo. El gran problema de Correa, Barrera y del resto del poder es el descubrir cómo manejar las cosas de tal manera que Guayaquil no se les levante y que Quito se les demore en darse cuenta de que son unos ineptos y gastadores compulsivos; enfermedades incurables y que producen visibles convulsiones presidenciales.
El Guayaquil que rechazó en las urnas a la vieja clase política y que ha dado buenas votaciones a Correa, mira con desconfianza y cierto fastidio al boicot en contra de nuestra eficiente administración municipal, peor aún ahora que Correa niega en público su apoyo a lo que en privado su gobernador auspicia: las invasiones de tierras, iguales a las que en Quito tanto gustaban antes al actual legislador César Rodríguez.
Pueda ser que el gobierno manipule a las cámaras de la producción y a la asociación de bancos o a la de periódicos; pueda que el gobierno reúna los votos necesarios para aprobar las leyes que tiene en lista de espera; pueda que el gobierno someta a muchos alcaldes y prefectos del país; pueda que los organismos de control y el poder judicial y constitucional se le cuadren al gobierno, como se le cuadran los jerarcas de las Fuerzas Armadas; pueda que la adicción de Correa a la propaganda le impida vender los medios que incautó dizque para pagar al público perjudicado; pueda que suceda todo esto y mucho más, pero lo que Correa, Barrera y los gobiernistas legisladores sumisos no podrán impedir es que el pueblo de Quito y Guayaquil poco a poco tome conciencia de que algo anda mal, pues cada vez que el gobierno gasta y se endeuda más, el país no crece y el desempleo, el subempleo y la corrupción suben.
Que Correa, Barrera y compañía sigan adulando a Quito y rayando a Guayaquil. Todos somos serranos o monos, pero no pendejos.

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