miércoles, 7 de diciembre de 2011

¿Qué piensan los que no piensan como Correa?


 1 DE FEBRERO DEL 2010 . VANGUARDIA

Salvo que Rafael Correa los hipnotice, y una vez convertidos en zombis los lleve a una convención nacional de Alianza País, para que allí entre todos ellos se abracen como si nada hubiera pasado y como si nunca se hubieran traicionado y negado entre ellos mismos, lo más probable —como siempre le pasa a nuestra izquierda— es que la radical división entre Correa y los pensadores que lo adoptaron para gobernar con y desde él, sea un hecho al cual no es posible darle marcha atrás.
Correa se ha quedado con una legión de incondicionales funcionarios reciclables muy dispuestos, si sobran sillas, a disfrazarse y sentarse bajo las carpas itinerantes para aplaudirlo hasta el último sábado del socialismo XXI. Correa también se queda con el activo y pasivo del monstruoso presupuesto del Estado; con la actual jerarquía militar y policial; y con sus cuotas personales en el poder legislativo y en el futuro Consejo Nacional de Participación Ciudadana.
Por más golpeado que esté, Correa se queda sobre todo con su incansable capacidad para presentarse como el hombre que día a día derrama y derramará gotas de su sangre batallando contra todos los poderosos enemigos del pueblo cuya supuesta maldad él es un experto en denunciar, para lo cual seguirá usando todos los medios de comunicación en poder del Estado, y abusando de la debilidad de los medios privados que se dejan encadenar ilegalmente a cada rato.
Por su lado, la izquierda infantil y ecológica, tendrá que reagruparse en el frente cuya formación propone Alberto Acosta, y una vez más tratar de llegar al poder en las elecciones del 2013. Ellos están acostumbrados a remar contra corriente, nunca habían ganado la Presidencia; se equivocaron al escoger a un individuo con quien les es imposible marchar juntos, y no están dispuestos a someter sus ideas a la voluntad de Correa. A diferencia de las décadas pasadas y como única pero jugosa herencia de su alianza con Correa, ahora la izquierda tiene por primera vez como arma la Constitución garantista pachamámica siglo XXI, con cuyos artículos tratarán de arrinconar a la Asamblea y sobre todo al futuro Consejo Nacional de Participación Ciudadana, donde Gustavo Larrea quizá esté tratando de meter leales militantes de su tendencia.
Hay tres izquierdas. La clásica de Fidel. La maquillada populista multicolor y todoterreno de Chávez; y la progresista del Brasil y Chile.
En el caso de Chile, algunos irónicos analistas chilenos dicen que el gobierno del derechista Sebastián Piñera será el último gobierno de la Concertación. Con esto quieren decir que Piñera le quitará la grasa que ha acumulado en 20 años el músculo del Estado, pero que su gobierno no será el gobierno de, por, y para los empresarios. Será el gobierno para los llamados “emprendedores”, en el cual no el mismo Estado de antes, sino un mejor Estado, permitirá a todo el que tenga una iniciativa empresarial, deportiva, artística o intelectual, poder desarrollarse sin obstáculos y sin subsidios, mientras que el gobierno central tratará de cumplir su formal promesa de crear 200 000 empleos cada año hasta llegar al millón, para lo cual la economía tendrá que crecer en forma sostenida.
Mientras que las izquierdas ecuatorianas trabajan para captar el poder el 2013; mientras que Correa profundiza sus artes populistas para el 2013 derrotar a sus ex aliados infantiles ecologistas, y comenzar su tercera presidencia, es interesante saber qué piensan hacer los que no piensan como Alberto Acosta ni como Rafael Correa.
Como el Partido Social Cristiano, la Democracia Cristiana y la Izquierda Democrática ya no tienen ni buenos ni malos pensamientos ni candidatos, pues han dejado de pensar y de activar, es muy importante para el futuro del Ecuador el conocer desde ahora si para el 2013 los ecuatorianos tendremos otras opciones, o si tendremos que escoger entre Acosta, Correa o el voto nulo.
La Constitución siglo XXI nos prohíbe solicitar a Colombia y Perú que nos adopten como un estado libre asociado incapaz de desarrollarse por sí mismo.

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