martes, 13 de diciembre de 2011

Entre los tres chiflados y los tres mosqueteros

 30 DE AGOSTO DEL 2010 . VANGUARDIA  

Fabricio Correa, guayaco derechista, Carlos Vera, manaba centrista y Alberto Acosta, quiteño izquierdista, constituyen cada uno, en lo económico, periodístico y político, la hoy arrepentida y necia trinidad que trabajó el año 2006 para que Rafael Correa pueda derrotar a los pésimos canditados que luego y sin ayuda de nadie, volvió a vencer en el 2009, y que por tercera ocasión lo hará el 2013.
No es como algunos dicen que son estos tres impulsores quienes lo hicieron presidente.
Fue el mismo Correa quien tuvo la capacidad de encantar al grupo de pensadores quiteños que liderados por Alberto Acosta fueron siempre incapaces de ganar una elección popular, y conscientes de que un serrano con sabor a fundación europea nunca captaría la presidencia, decidieron candidatizar a este mono imaginativo y labioso. En este campechano profesor antisistema Carlos Vera se vio reflejado a sí mismo, y desde Ecuavisa lo puso en contacto directo con el modesto —pero muy opinionado— segmento de teleaudiencia que cada mañana lo veía dando pantalla a Correa, y palo al resto de candidatos.
Nadie mejor que Fabricio, el capitalista, para poner los primeros dólares para el arranque de la campaña a favor de su hermano menor, a quien tanto había ayudado a pagar sus estudios.
Luego llegó dinero desde dentro y fuera del país.
Después, los contratos con el sector público.
¿Dónde está hoy cada uno? Fabricio ganó los contratos que quería. Luego los perdió por mano del hermano contra el que ahora despotrica y, en medio de una polvareda de contradicciones entre sus palabras y sus obras, gusta de decir que él es un hombre acaudalado e intocable, que ha sido lanzado al estrellato, y que su misión es lograr que su hermano rectifique o lo tendrá que hacer él mismo desde la presidencia. Fabricio es el primer pre candidato, y el mayor enemigo ecuatoriano que tiene Hugo Chávez.
Carlos Vera terminó peleado con Correa y Ecuavisa. Dejó el activismo periodístico por el activismo político. Genio y figura desde y hasta siempre, el ex periodista tendrá que pelear en solitario y sin recursos económicos, pues hoy los chanchos no dan manteca. Correa no podrá ignorarlo por mucho tiempo, pues Vera, que es tan o más cabezón que él, logrará picarlo. Ambos gustan de las peleas de barrio. Carlos Vera es el segundo pre candidato.
Alberto Acosta es el radical y espeso de los ex amigos de Correa. Por fin entendió que Correa no hará ni dejará hacer la revolución ciudadana, pero sí agotará la paciencia de los que día a día caen en cuenta de que el buen vivir es el nombre de un tren que va lleno y que ya no se detiene. Acosta recibe con un cafecito a Fander y a todos los paisanos de Alianza País que viven resentidos pero no peleados con Correa. Quizá Acosta cometerá el error de dejarse manosear y correrá en descarte como el tercer pre candidato, llevando la bandera de la izquierda traicionada y sin acceso a la organización política que Correa y sus lugartenientes se encuentran gestando desde el poder y con la chequera del gasto público.
Para lograr el éxito electoral del 2013, el sector público seguirá creciendo como el agente económico mayoritario.Muchos dependeremos del dinero que Correa regala a los pobres y subsidia a los ricos. Otros, del dinero que Correa prestará a los que reciban las tierras improductivas.Los inversionistas se irán alejando de la banca privada, pues a ella hay que pagar las deudas, y a la pública se le paga cuando se puede. Los canales de Tv incautados serán de sus trabajadores y del Estado, por lo cual viviremos acosados por la propaganda oficial. Si quiebran las loterías, será Correa quien cure a los enfermos. La China, el IESS, y nuevas fuentes no ortodoxas alimentarán la caja fiscal. Desaparecida la partidocracia y recién nacido el generoso bebé de la Revolución Ciudadana, resulta poco probable que el 2013 haya un cambio de personas e ideas en el poder.
¿Qué papel harán Fabricio Correa, Carlos Vera y Alberto Acosta? Piénsenlo.La frontera que separa a los tres mosqueteros de los tres chiflados es movible y casi invisible.

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