25 marzo del 2008 . VANGUARDIA
Juanesca se llama la sopa típica que cada Semana Santa comen los pastusos colombianos. En Pasto la cocinan con 12 granos en homenaje a los 12 apóstoles y también con bacalao. El bombardeo impidió que las inocentes mexicanas aprendieran a cocinar juanesca fronteriza, o fanesca, como llamamos al mismo plato acá en el ex departamento grancolombiano del Sur, llamado Ecuador, cuya bella capital Quito es anfitriona de los admiradores nacionales y extranjeros de las FARC y sede mayor del fresco triunfo internacional de Rafael Correa, pues la OEA rechazó que, sin permiso del Ecuador, el atrevido presidente Uribe hizo en plena cuaresma su bárbara variedad de juanesca, a sangre y fuego graneado en territorio ecuatoriano, ganando para sí la adhesión de casi toda Colombia. El tiempo nos dirá la marcha de los amores de las FARC y Gustavo Larrea. 'Juan' para 'Reyes' y Echegaray para El Tiempo.
Terminada la Semana Santa los ecuatorianos preparamos un nuevo plato, todavía sin nombre, con los siguientes insumos: el presidente Rafael Correa, la Asamblea de Montecristi, los militares, los gremios, la prensa, la oposición.
El ingrediente Correa es determinante para el sabor final de esta menestra. Correa es un activista incansable que, desde joven, se enamoró de sí mismo y que si se traiciona sería sólo consigo mismo. Su fogoso temperamento y viva telepatía entre su imaginación y sus cuerdas vocales lo han convertido en el locutor mayor de la vida ecuatoriana, y en obligado teleprompter del sistema informativo ecuatoriano. Es consubstancial a su apostolado el gobernar, para lo cual vivirá en campaña imponiendo su omnipresencia, hasta coronar el primer punto de su íntimo programa: su primera reelección presidencial.
La Asamblea de Montecristi parece como un jardín de infantes mixto en que, divididos en varias mesas, un poco de adultos de ambos sexos juegan a éticos e inteligentes bajo la presidencia del profesor Acosta, quien cada cierto tiempo recibe la inesperada y fugaz visita del padre rector Correa, para recordar a todos quién es el mentor. La Asamblea Constituyente torció y tortura desde el primer día el mandato del pueblo y decidió emitir mandatos en lugar de cumplir con el suyo.
La Asamblea aprobará por colusión política un texto constitucional incoloro, inodoro e insípido que deberá ser reglamentado por posteriores leyes dictadas por el primer Congreso Nacional de la nueva república.
La catalepsia que sufren nuestros militares por su evidente liviandad y el hecho real de que aquí el único gallo cantor es el presidente Correa, hace que hoy no vivamos esos tragicómicos momentos en que nuestras Fuerzas Armadas comunicaban al Presidente que ellas, como garantes de la democracia, le retiraban el apoyo, y que es mejor huir en ambulancia o helicóptero, a morir como Salvador Allende. Hoy nuestros militares ni quitan ni ponen nada.
La prensa grande nacional fue oportunamente aprovechada por el entonces candidato Correa, quien luego de usarla gusta ahora acosarla con permanentes críticas, y monta poco a poco, con la plata que ahora es de todos, su prensa, radio y Tv estatales. Si la Asamblea de Montecristi constitucionaliza el proyectado Consejo Nacional de Comunicación, los medios de comunicación ecuatorianos sufrirán su propia catalepsia.
Empresarios y trabajadores se encuentran hundidos en el mismo pozo. Es tal la respectiva lucha por no perder la venta o el empleo, que nadie tiene fuerza para luchar por el futuro. El presidente Correa es el único que tiene dólares.
Experto en gastarlos y en generar inflación, el Gobierno perturba la fluidez entre el sistema crediticio y el mercado, logrando desestimular la producción, mientras tanto su preelectoral vocación asistencialista lo hace prometer 15 000 sueldos a las víctimas del invierno.
Ya nacerá el Consejo Nacional del Oro y del Cobre, y luego el Consejo Nacional de la Oposición, para desde Carondelet resucitar y hacer caminar a control remoto a los cadáveres insepultos de la política ecuatoriana.
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