viernes, 25 de noviembre de 2011

En política y banca el parecido con el pasado...

19 de mayo del 2009  . VANGUARDIA

Nahím Isaías fue masacrado por la metralla del Estado presidido por León Febres Cordero. Los sobrinos Roberto, Juan Carlos, Estéfano y William no tuvieron el valor de poner el grito en el cielo para impedirlo.
Luchar contra el terrorismo no es mandar un pelotón a gasear y acribillar a los atrincherados en un cuarto oscuro; peor aun sabiendo que quedaría partido en dos el cuerpo del amigo y tío cuya libertad ya estaba negociada.
Nahím consolidó con habilidad la herencia de su padre. Durante su gestión bancaria apoyó al empresariado guayaco integrado por antiguos aristócratas y por cuarentones aspirantes a nuevos ricos. No hubo en el antiguo banco La Filantrópica una trinca o rosca que cerró las puertas a los extraños. La Filantrópica suplió las deficiencias del siempre inepto y desfinanciado Banco de Fomento. El deporte guayaquileño recibió un importante apoyo, que contrasta con la burda publicidad de cerveza y banca impuesta por la merca-codicia moderna.
El ex próspero empresariado guayaquileño fue perdiendo momento y espacio. Los importadores, agricultores y propietarios de empresas vinculados al mundo financiero de los bancos Previsora y Descuento se redujeron, y empezaron a caminar y hundirse sobre el propio terreno. Muchos, a pesar del hondo aliento de la sucretización, no se pudieron recuperar, siendo reemplazados por nuevos apellidos que casados adecuadamente ingresaron a clubes y círculos antes vedados a sus padres.
Desde los 70 los Isaías se convirtieron en un referente del movimiento económico de Guayaquil, y los buenos y malos créditos concedidos hicieron que terminasen como propietarios de negocios en el mundo de las comunicaciones, industrias, agricultura e inmobiliarias. TC canal 10 les llegó porque sus fundadores lo quebraron. Igual, Gamavisión llegó a la cumbre del Pichincha, y el Canal 12 y El Telégrafo a las de Aspiazu.
El abrir las puertas del Filanbanco a los insaciables políticos guayacos fue la parte negativa de la herencia de Nahím a sus sobrinos. La codicia de los socialcristianos y de los del PRE competía en las salas de espera del Filanbanco. Los sobrinos Isaías no lo blindaron del indecente manoseo que politizó a la que debió ser una profesional administración bancaria; y convirtieron al Filanbanco en un instrumento financiador de campañas políticas, y en gestor de negocios que obtuvieron créditos rápidos e incobrables, muchos de ellos. Rápidamente el arribismo y la ambición montaron guardia en el piso ejecutivo en Filanbanco —como también lo hicieron en el Progreso de Aspiazu— y se formó una melcocha batida con una ley amañada. Ley vivaracha que permitió que los banqueros compren negocios propios con los depósitos del público.
La mangajada político-bancaria del 2006 entre los Isaías y el PRE, fue seguida el 2007 con el grotesco cheque de 3 millones entregado por Aspiazu a Mahuad; y es así como ambos bancos llegaron a la hora de su verdad, pero en escenarios distintos. Una torpe ley ad-hoc hizo de motel para la unión de Filanbanco y la AGD. Y los pelucones de Guayaquil y el balcón del alcalde encubrieron efímeramente las locuras de Aspiazu que tuvo el coraje de cumplir su prisión.
El politizado poder judicial ecuatoriano fue y es una porquería. Los jueces de Febres Cordero y de Abdalá - desde el doctor Pico hasta el doctor Pichi - jugaron amigablemente a las escondidas con los Isaías durante 10 años, formando un mamotreto de miles de páginas que cualquier juez probo del primer mundo lo declararía totalmente nulo. El juez Ulloa se libró de la presión del fiscal Pesántez al pasarle el problema al juez Troya, cuyo futuro fallo será apelado hasta llegar algún día a la Corte Constitucional. Quizá los encubiertos seductores del juez Ulloa han quedado contentos, pues el juez de la Florida se reirá al leer semejante adefesio y negará con razón la extradición.
En lo de fondo, la banca de antes fue hundida por la codicia; la de hoy es acosada por la loca Revolución Ciudadana.

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