viernes, 25 de noviembre de 2011

¿Quién votará por Correa y Obama en el año 2013?

7 de abril del 2009 . VANGUARDIA

Barack Obama y Rafael Correa tendrán serias dificultades para ser reelegidos para el período 2013 al 2017.
Ambos ganaron por encarnar el ansiado cambio que todos queremos; cuarentones; teoréticos universitarios; socialistoides —pues así considera la derecha gringa a los demócratas liberales—; y aunque el uno es negrito y el otro es blanquito, ambos son exponentes del mestizaje cultural de toda América, que de vez en cuando espeta a las estructuras que en forma pésima gerencian política y financieramente la sociedad gringa o hispana.
Estos personajes como Obama y Correa, carismáticos y llenos de buenas intenciones, terminan abrumados por el peso implacable de los hechos y de las cosas, repitiendo lo mismo.
La educación y personalidad de Obama hacen que todo el tiempo guarde las formas. Impecable, elegante y prudente, logra por ahora que sus errores no puedan ser magnificados por la extrema derecha ni por la prensa semi quebrada. Y ya sea por hábil o por débil, Obama se ha parapetado tras un escuadrón de blancos, representantes del viejo mundo político, financiero, bélico y burócrata que siempre tuvo represado el cambio que representó el candidato Obama; quien compra tiempo viajando de un lado para el otro, contando en forma amena a todos lo que todos ya saben, mientras la Reserva Federal imprime dólares y bonos, para que los unos compren a los otros, pues allá ya no se intercambian bienes, sino trillones en papeles.
No podrá Obama liderar el mundo, pues Europa y el Asia quedaron intoxicados de Bush y compañía. Asistirá a las cumbres internacionales, luego de enviar como adelantados a los viejitos Biden y Hillary, pero no con el peso de antes, sino con la carga pendiente de Iraq, y como representante de una sociedad en quiebra y odiada por el fanatismo religioso cuyo primer mandamiento es practicar el terrorismo. Tampoco se entenderá con Cuba, y hoy no tiene dinero para regalar ni para comprar los productos de la América morena. En dos semanas lo veremos con todos nuestros presidentes en Trinidad y Tobago.
Por acá, Rafael Correa, el abanderado del cambio, no cambia lo de fondo, ni cambia él mismo. Lo que hoy vivimos no es lo que esperaron sus electores ni nos satisface a los partidarios del cambio. Pero que quede claro, Rafael Correa no ha engañado a nadie, pues en varias ocasiones muy sonreído ha afirmado:“ a mí me encanta ser iconoclasta”.Sin duda Correa es el más grande iconoclasta del Ecuador, pues cuestiona absolutamente todas las reglas, sistemas, dogmas y personas del pasado; y se queda allí mismo, autocomplacido en su iconoclasia, matando en seguidas contiendas electorales a conocidos e insepultos cadáveres.
Tengamos claro que nuestra economía arroja un balance negativo porque no ha funcionado la necedad de que el Estado dirigido por la intuición económica de Correa generará confianza e inversión. Todo esto viene mezclado con el estigma de que su gobierno tiene un matrimonio mal avenido con la moneda gringa, que posiblemente terminará en el súbito y justificado adulterio de cualquiera de los dos.
Resulta evidente que nuestro Presidente no tiene dinero para continuar su populismo, y pronto se enfrentará con un puñado de legisladores que se convertirán en intérpretes y vehículo de muchos sectores sociales que se sienten engañados por un gobierno que ha botado la plata, y por una Constitución siglo XXI que es una solemne vaca llena de tetas sin leche.
Así, en Trinidad y Tobago se encontrarán Obama y Correa, los abanderados del cambio. Uno comenzando a andar de cumbre en cumbre en Air Force One, dispuesto a escuchar los discursos de treinta y poco de presidentes; y el otro, en su flamante avión, buscando en convertirse en el futuro líder de América Latina, pues su chiro Ecuador le queda chico.
Otto Arosemena sorprendió a Lyndon Johnson y a América al negarse a firmar el acta de Punta del Este. ¿Qué le hará a Obama nuestro iconoclasta viajero? ¿Quiénes votarán por ellos en el 2013? 

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