28 de octubre del 2008 . VANGUARDIA
Avistando los nubarrones económicos y sociales que capta su aguda perspicacia, el presidente Correa optó, otra vez, por encadenarnos en radio y Tv. Sonriente y plácido, con su camisa de fuerza multicolor, cruzado el pecho por la ancha y chillona banda presidencial, nuestro gran Pachapapa, cargando las primeras libras extra adquiridas en su campaña de 22 meses de hablar y comer sin parar, nos alabó a las ecuatorianas y ecuatorianos por haberlo autorizado a comenzar la construcción de un futuro digno y próspero, mediante la aprobación de la Constitución siglo XXI. Bueno pues, ya tiene lo que tanto quería.
La primera campaña fue para conquistar la primera presidencia, la segunda para la aprobación de la Constitución siglo XXI, la tercera es para obtener la segunda presidencia a principios del 2009. Durante estos meses presenciaremos la consolidación del máximo cinismo público, pues los que viven del estado-político quieren más de lo mismo; y para siempre, si les es posible.
El sumiso Tribunal Constitucional luego de una lectura violatoria de la Constitución sigloXXI, resolvió autoascenderse y mutar como impostores en la nueva Corte Constitucional. Su primera tarea seudomoral será hacer una gran simulación con el rebaño de Fernando Cordero y con algunos jueces y conjueces de la Corte Suprema de Justicia, para que 10 de sus miembros pierdan sus cargos en virtud del sorteo previsto en el régimen de transición. Varios de estos “perdedores” caerán, pero para arriba, pues serán nombrados para integrar el Consejo de la Judicatura. Los fontaneros —plomeros los llamó Nixon— corcho Cordero y tachuela Patiño ya encontrarán el maquillaje adecuado para cubrir este moretón a la moral constitucional.
Que todos lo tengamos claro: dentro del marco de la Constitución sigloXXI, Correa y su gallada tienen el control constitucional, judicial, legislativo, ejecutivo, electoral y monetario del Ecuador. También tienen el control de todos los organismos de control, pues sus respectivos y provisionales jefes buscan y hacen méritos para ser ratificados. Y hay que ser muy ingenuos para creer que el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social -futura capa de ozono al servicio de Carondelet- será independiente y no estará controlado por el cerco presidencial; especie de útero que rechaza y provoca el aborto de todo cuerpo que le es extraño.
El presidente Correa no cambiará. El seguirá con su populismo mesiánico; y haciendo camino al andar,sus decisiones serán de color amarillo,azul o rojo, según la gravedad del momento sea de derecha, centro o izquierda. Ya no puede quejarse de que no tiene herramientas ni poder. Él, Rafael Correa, tiene la obligación política de convertirnos en gente del buen vivir; pero sin meterle la mano al bosillo del seguro social y de los contribuyentes, para tapar los huecos cavados por él mismo en su gastadora administración.
Si Mahuad pecó por liviano e inepto, el católico Correa cometerá sacrilegio al convertir los dólares ecuatorianos en chicle masticado.
Correa no cambiará. Pero para su buena suerte parece que los políticos ecuatorianos tampoco cambiarán. La absoluta incapacidad de la clase política para dejar a un lado el individualismo producirá que Alianza País los derrote otra vez.
El reciente bajón electoral del 82 % al 64 % fue por culpa de Correa; no por mérito de los políticos sectarios. Es evidente que en PAÍS hay graves contradicciones internas, pero entre ellos se reacomodan o eliminan. Ya purgaron a Alberto Acosta y sus adeptos, y cuando Correa trató de sacarle provecho electoral a la brecha que él cavó, fue severamente amonestado, pues hasta aquí sólo mujeres valientes son las que lo enfrentan en privado y en público.
A este paso, a ninguna parte van los partidos y movimientos políticos ecuatorianos.
Únicamente la conformación de un gran Frente Nacional es el medio para captar el poder. Aquí,los grandes frentes de Raúl Clemente Huerta y Febres Cordero; y allá, la concertación chilena son tres ejemplos. Hay otros más.
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