jueves, 24 de noviembre de 2011

Los jóvenes de 16 años no saben lo que les espera...

22 de julio del 2008 . VANGUARDIA  

16 abriles cumplidos para poder votar será el gran golpe del trío Correa-Buró-PAÍS que marcará la participación de una nueva ciudadanía para moldear el nuevo Ecuador, inspirado en la realidad de 3 millones de adolescentes cuya economía es pobre o estrecha, mientras poquísimos jóvenes desde los 16 años manejan los vehículos de casa, los transporta el chofer de mamá o papá y aprenden inglés en las universidades de USA. Con futuro en la empresa familiar o del suegro. Todo esto tax free.
En décadas pasadas, cuando temimos que el Perú nos bombardeara, el destino de los jóvenes era ir a pelear a la frontera, y unos pocos fueron a pelear desde Miami. Gracias a la presión de los países garantes y a la gran simulación de Mahuad y Fujimori, no hubo ni habrá guerra de verdad con Perú. La que hay con Colombia es virtual y a pañuelazos, pues la patria ladra pero no muerde. En todo caso, la juventud ecuatoriana siguió esperando el cambio ansiado.
Correa, Patiño, Rodríguez, Fander, Virgilio, Romo, Vinicio, Alexis, Bustamante, Larrea, Ponce y otros, observaron desde chicos que el Buen Vivir tuvo siempre el mismo dulce aroma en todos los gobiernos, y sintieron en carne propia que los ex presidentes ecuatorianos nunca eliminaron las terribles desigualdades.
Por el contrario, crearon el ambiente para la evitable quiebra pública y privada de 1999, para terminar vestidos todos con la inevitable camisa de fuerza de la dolarización y pagando la deuda global. Esa década produjo un justo rechazo de la juventud contra la clase política, y esta alergia fue exitosamente explotada por Correa y PAÍS.
El electorado vio en Rafael Correa y su combo tres elementos fundamentales para el cambio.
Primero: sintió que por su juventud Correa y su gente eran sinónimo de honestidad intelectual; fue luego cuando brotó esta charlatanería ambulatoria, hija fea de la arrogancia intelectual y la demagogia. Segundo: nuestra juventud creyó que estos jóvenes tenían una sólida educación; aunque ninguno ha exhibido sus calificaciones y trabajos académicos. Tercero: la juventud creyó que los sabelotodo harían milagros con los miles de millones del petróleo y de los emigrantes.
Cuán lóbrego es el recuerdo del triste pasado, pues a pesar de la inflación y el desempleo; de la delincuencia y del derroche en elecciones, subsidios y publicidad; del avión presidencial de 30 millones de dólares para organizar la nueva Sudamérica, más el carioca helicóptero presidencial para inspeccionar la mediocridad de Petroecuador tercerizada a los marinos, hasta el día de hoy ni un solo joven sale a las calles a protestar contra el gobierno. Los jóvenes del MPD nunca salen gratis.
Pues bien, esta nueva ciudadanía que votaría desde los 16 años, no tiene ningún interés en analizar la legalidad o ilegalidad de los plenos poderes de la Asamblea ni la de los 13 mandatos malparidos en Montecristi. Y, hablando de parir, tampoco se preocupa de la necia discusión sobre el aborto, pues todos sabemos que éste es el más íntimo y dramático de los dilemas humanos de cualquier mujer o pareja. Digan lo que digan las distintas, mayoritarias y ricas iglesias cristianas, son sus inmaduros miembros los de la tragedia del embarazo no querido.
Esta juventud sabe bien que las leyes de antes fueron siempre nada más que un punto de referencia para los ex manipuladores del poder, y no les importa que hoy se acuse de ilegal el proceso que, con guantes de seda y hierro, dirige la malísima trinidad Correa-Buró-PAÍS, pues lo que perciben es que éste es el gobierno de los cambios, aunque sea evidente la ineptitud del régimen que incautó bienes privados, para inmediatamente recular y pedir a los atropellados que sigan gerenciándolos.
Si en el referendo del 28 de septiembre decimos Sí a la Constitución sigloXXI, si el posterior congresillo dicta las leyes-silicón que dotarán a la siglo XXI de caderas, glúteos y busto al gusto del gobierno, si Correa es reelecto con los constitucionales poderes superpresidenciales: allí será cuando la juventud sabrá lo que les espera.

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