jueves, 24 de noviembre de 2011

Es claro que Correa ya triunfó en los hechos...

19 de Agosto del 2008 . VANGUARDIA  

En caso del poco probable triunfo del No, será un absurdo acreditarlo a la oposición, pues esta no existe. Únicamente los ex presidentes Hurtado y Febres-Cordero tuvieron una fuerte y mutua oposición. Los demás flotaron como el obediente corcho en la marea, o les falló el equilibrio, y se cayeron para siempre de la maroma. Esto lo sabe Correa.
Si triunfa el No sería gracias a que Correa habrá decidido poner de su parte para perder el referendo.
No será debido a alguna inexistente gestión gremial o política; sino quizá a que este católico practicante de la teología de la liberación, convertido en el nuevo Lutero del cristianismo contemporáneo, por decreto ejecutivo disuelve la Conferencia Episcopal y ordena a la AGD que incaute los bienes de la Iglesia.
Tenemos en el escenario nacional a Correa frente a 13 millones de espectadores hipnotizados por la agotadora publicidad y la omnipresencia presidencial, y sin maneras ni recursos para huir de esta carpa gigante que cubre todas las pistas del gran circo nacional. Tan mal anda el No, que la gran esperanza de algunos laicos es que las distintas iglesias cristianas los saquen de este atolladero.
O algo tragicómico: que Lucio Gutiérrez o Alberto Acosta salven al Ecuador. Esto último es más o menos lo mismo que a un país, sentenciado a morir bajo la demagogia de Rafael Correa, se le permita la eutanasia y que escoja entre la silla eléctrica o la guillotina.
Dejando de lado el resultado del referendo, es claro que Correa ya triunfó en los hechos, pues desde enero del 2007 hemos aceptado y cumplimos sus doctrinas. Correa cree que el Ecuador progresará únicamente estando él como centro del Estado y el Estado como centro de todo, para lo cual mientras el Estado financia cuatro campañas por el Sí —(Asamblea, TSE, Carondelet y PAIS)—, él personalmente arbitra en temas como el aborto, la telefonía celular o el caso Isaías.
Con su aporte masculino y femenino, Virgilio y María Paula gestaron dos artículos que quedaron así: (45) “… El Estado reconocerá y garantizará la vida, incluido el cuidado y protección desde la concepción” (66.10)“…y a decidir cuándo y cuántas hijas e hijos tener”. El Presidente, supremo árbitro de la moral cristiana, sometió estos tinterillescos textos al criterio del genial Alexis, ortógrafo jurídico, quien intercaló una confusa y necesaria coma, que permitirá a muchos asambleístas abortistas, el seguir comulgando.
Larrea —ex Juan en las FARC— propone acabar la discusión con “un acuerdo para que todos interpretemos el texto constitucional de la misma manera”. Cínica manera de fecundar desde hoy el Sí y abortar el No desde su concepción.
Luego de asesorarse con Vinicio Alvarado, el presidente Correa dictó sentencia y Porta se allanó a ella. El nuevo contrato deberá firmarse próximamente. Quizá una nueva sentencia será necesaria para el día en que Porta y Movistar sean sorprendidas con un título de crédito por la mitad de sus beneficios, por así interpretar el Servicio de Rentas Internas a la futura y retroactiva Constitución siglo XXI.
Luego de que nuestro poder judicial nunca ha resuelto en ningún sentido el caso Isaías, el presidente y árbitro de las causas desesperadas se puso por encima de los hechos y de las cosas, y dictó sentencia en el sentido de que si los ex dueños de Filanbanco compran la cartera impaga, podrán recuperar sus empresas y volver a la patria de todos. Esta entrometida y abstracta sentencia que obligará a los Isaías, y luego a la mediocre Corte Suprema, inspirará las que en el futuro dictará la Corte Constitucional siglo XXI, convirtiendo a las leyes y a la seguridad jurídica en meros puntos de referencia.
Los ecuatorianos no tendremos mejores días luego del referendo. El Sí nos lleva a la dictadura constitucional y el No a la caprichosa vendetta presidencial por dos años más. ¿Seguiremos todos la suerte del pobre compatriota ex chef de Carondelet: ser desacreditados públicamente y reemplazados por un belga? ¡Qué pena que acá no queda vivo ni un Rafael Guerrero Valenzuela! 

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